Partíamos a las 9 de la mañana de Isla Decepción después de haber dejado allí a un grupo de científicos entre los que se encontraba Pepe Mora, catedrático de Biología Animal de la Universidad de Santiago de Compostela y antiguo profesor de muchos de los que estábamos a bordo. Además, en mi caso nos une una estación biológica; Roscoff en la bretaña francesa, ya que él me envió allí con una beca europea en el 2003.
Poníamos rumbo a Isla Elefante y para ello navegamos por el sur de las Islas Shetland atravesando todo el estrecho de Brandsfield.
El estrecho de Bransfield es la parte del océano Antártico que se encuentra entre las islas Shetland del Sur, al norte, y la península Antártica, al sur. El estrecho es denominado por los argentinos, mar de la Flota. Tiene unos 120 km de anchura media, extendiéndose a la largo de unos 300 km en una dirección general noreste-suroeste. Fue bautizado por James Weddell alrededor de 1825 en homenaje a Edward Bransfield, que cartografió las islas Shetland del Sur en 1820.
Aunque el día empezó muy nublado, comenzó a despejar justo después de comer y, desde entonces, estuvimos en la cubierta de vuelo tomando fotos durante horas con los ojos como platos.La buena iluminación hacía que los icebergs tomaran un color azul intenso y la costa de todas las islas que íbamos dejando atrás nos dejaban ver glaciares y montañas nevadas. Además, por primera vez, desde el puente de mando nos premiaban acercándose a los icebergs más espectaculares e incluso disminuyendo la marcha para contemplar su belleza. Algunos de estos bloques de hielo eran del tamaño de varios campos de fútbol y escondían preciosas sorpresas en sus paredes, como azuladas cuevas, grandes ventanas y erosiones de lo más variopinto. Por supuesto, en algunos, no podían faltar sus simpáticos huéspedes; los pingüinos.
A uno de estos enormes icebergs, justo cuando estábamos inmersos en la toma de fotografías, se le ha desprendido un gran trozo de hielo en uno de sus extremos, dejándonos a todos con la boca abierta...
Por si fuera poco, pronto comenzamos a divisar a lo lejos chorros de agua a presión que delataban la presencia de grandes mamíferos marinos. Poco a poco comenzaron a aparecer cerca del barco orcas, ballenas e incluso focas. Debido a que iban en dirección opuesta a nosotros y a la rapidez con la que navegábamos (13 nudos) era complicado tomar la instantánea deseada, pero creo que los más habilidosos (y provistos de reflex con teleobjetivo) pudieron lograrlo.
Para terminar, el día nos deleitó con una bonita puesta de sol, que sería la bajada de telón perfecta para uno de nuestros mejores sueños...